lunes, 11 de enero de 2010

Realismo posmoderno

Antonio Martínez Sarrión (poeta, ensayista y memorialista ejemplar) escribe en su dietario Esquirlas (Alfaguara, 2000):

En el terreno de la información audiovisual y en este país al menos, lo ágil se ha confundido siempre con lo atropellado, vociferante, zafio, propagandístico o chapucero.

A uno se le vienen a la cabeza infinitud de ejemplos (los reportajes estrafalarios de Antena 3, que invitan más a tomarse a una copa que a reflexionar; los telediarios de Telemadrid, que confunden la información con la opinión; la jungla hipermoderna de Sé lo que hicisteis, programa de La Sexta... y la mayor parte de series actuales) que corroboran las palabras de Sarrión.

Centrándonos en las series actuales (Física o Química, de Antena 3, sería el paradigma), no suele el formato de éstas (tan dadas al discurso moralizante chanflón, a la voz en off remachada por musiquitas de videojuegos, a las líneas narrativas conectadas a partir de últimas frases, poses o tics) ajustarse al séptimo arte, deudor de una fórmula literaria llamada elipsis que obliga a contar sólo lo estrictamente necesario. Ni un plano de más, ni un plano de menos.



Sin embargo, hay más de una obra cinematográfica que pretende emular el estilo atropellado de las series. En ese sentido, recuerdo (remontándome unos meses atrás), por ejemplo, el guión (y el filme en su totalidad) de Qué les pasa a los hombres (cuyo título original, He’s just not that into you, viene a decir Él no está interesado en ti), basado en una obra de Grez Behrendet y Liz Tuccillo (guionistas de la serie Sexo en Nueva York). Al parecer, se trata de uno de esos vulgares best-seller de auto-ayuda que tanto gustan a los treintañeros (de la clase media-alta, en este caso) emocionalmente escasos.

A ese estereotipo responden en el filme los protagonistas, encarnados por rostros donosos y conocidos (Scarlett Johansson –a años luz de Match point o Lost in translation–, Jennifer Connelly, Jennifer Aniston, Drew Barrymore…). Son personajes sin matices, mal dirigidos, como tantos otros de la vida misma. Pensándolo bien, tan realista es el filme que se permite el lujo de introducir entrevistas a la gente de la calle con el fin –imagino– de objetivar lo que se está viendo. Para que todos ustedes se reconforten en las desgracias ajenas, en la igualdad de caracteres…, pese a que una semana más tarde probablemente hayan olvidado (¡como en la vida!) el título y el argumento.

Tan realista es esta comedia –decía– que la cámara del director Ken Kwapis apenas se mueve sola durante los 129 minutos del metraje, salvo en una escena final (jugando con unos espejos). Porque la puesta de escena es la vida misma. Un pub novísimo, una oficina confidencial, una calle de diseño, un salón amenizado por los teléfonos móviles (tan traicioneros). Para qué forjar un travelling, si pueden marearse, y las palomitas cada vez están más caras… Para qué interrumpir con una elipsis el discurso, si aquí vienen, en fin, a entretenerse. Como cuando espían (o ponen a parir) al vecino.

3 comentarios:

  1. Ví la película Qué les pasa a los hombres. Pintaba divertida, diferente, y fresca en un verano ardiente.
    Salí aburrida, asqueada de la rutina de la cinta, y calentita (con humo por las orejas y todo): desperdicié mi dinero y mi tiempo de vacaciones en ver ésta película, que encima dura...puffff...ni sé lo que dura!

    ResponderEliminar
  2. Completamente de acuerdo. Hoy día, lamentablemente, acaba destacando no sólo lo excelente –como es normal–, sino incluso lo normalito tirando a ramplón, debido al acusado contraste con el resto de basura que lo rodea.

    El otro día, hacía el siguiente comentario en una entrada del blog de Lucía (http://nuncahagasloqueyohice.blogspot.com/2010/01/ciao-intrusismo-hola-precariedad.html):
    ***(...) En cuanto a los programas del corazón y similares, por ahí no paso: aparte de que cada vez son más, que otros programas se están contagiando de sus formas de hacer, etc., etc.; además, están plagados de un montón de personajes de ínfima categoría, incluyendo parte de los "profesionales” que allí aparecen.
    Por cierto, no querría circunscribirlo sólo al ámbito televisivo, porque también se está extendiendo al resto de medios: radio, prensa, internet… Es una pena que lo que atraiga la atención y lo que dé dinero sea lo chabacano, la vida de los demás, las patadas al diccionario…
    Me temo que los profesionales de calidad se están convirtiendo en una especie a proteger.(...)"***

    Creo que está en sintonía con lo expresado en vuestro post.

    Un saludo!
    newtechandeducation.blogspot.com/

    ResponderEliminar
  3. Totalmente de acuerdo con vosotors, compañeros. Gracias por los comentarios.

    ResponderEliminar