A principios de verano de 2008, en los televisores de media Francia ya no se pudo ver a Patrick Poivre d'Arvor al frente del Journal Télévisé -telediario- de las 20 horas de la privada TF1, el más visto de Europa. El veterano comunicador (conocido como PPDA) de 61 años, que llevaba más de dos décadas siendo el rostro de las noticias de la edición de tarde, fue reemplazado por Laurence Ferrari, presentadora de Canal+, 19 años más joven.
PPDA era una institución de la televisión francesa, algo así como Matías Prats en el mismo ámbito, o como Iñaki Gabilondo de la radio. Su muñeco era el animador de los Guiñoles franceses, y debido a su gran popularidad y a su aureola de santidad como «histórico» de TF1, PPDA no contaba con jubilarse al menos hasta 2012.
Por su parte, Ferrari, rubia y joven, presentaba el programa semanal de actualidad política Dimanche+ desde 2006. El primer JT que la «recién llegada» presentó en TF1 tuvo 8,3 millones de espectadores, una cifra ligeramente superior a los 8 millones de fieles de PPDA. Su idea de «cambiar el tempo» de la información pareció tener, en un primer momento, buena acogida.
Pero tres meses después, la realidad cambió. La intención de TF1 de combatir el enorme avance del telediario de la pública France2, cuyo rostro visible es David Pujadas, fracasó: desde la llegada de Ferrari, el JT de TF1 ha pasado de casi el 40% al 31% de share, mientras que su rival ha recortado su diferencia de 14.5 a 10 puntos. 2009 ha sido el annus horribilis del decano de los telediarios franceses: más de un millón de espectadores han huido de Ferrari hacia la maraña de las cadenas públicas (France2 pero también France5) y a las nuevas cadenas de la TNT (la TDT francesa). ¿Fue el nuevo fichaje de la Une un «accidente industrial»? Las malas lenguas llegaron incluso a hablar de la sustitución de Laurence Ferrari por Harry Roselmack, que finalmente no se ha producido.
PPDA canta en silencio su victoria. Parece evidente que su salida de TF1, la cadena más vista del país, privatizada en 1987, no fue ajena a Nicolas Sarkozy, a la sazón presidente de la República, y amigo personal del millonario dueño de TF1, Martin Bouygues (fue testigo en su boda y es el padrino de uno de sus hijos). D'Arvor habría pagado así su «irreverencia» en 2007 contra el entonces candidato, a quien entre otras cosas acusó de «comportarse como un niño».
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