sábado, 30 de enero de 2010

LA VIDA LOCA





El pasado 2 de septiembre fue hallado en los disturbios de San Salvador el cuerpo sin vida del fotógrafo y documentalista Christian Poveda. Tan sólo había pasado un año desde el estreno de su documental La Vida Loca, una producción dedicada a retratar la vida de los jóvenes pandilleros de El Salvador. Centrado en una de las pandillas más peligrosas del país, la Mara 18, Poveda trató de profundizar en los aspectos menos conocidos y tenidos en cuenta por las corrientes de opinión. El aspecto humano mostrado, los sentimientos expresados y la muestra de una imagen que va más allá de los estereotipos, hacen ver al espectador que al fin y al cabo los miembros de las maras salvadoreñas no son más que víctimas de un sistema que les fuerza a convertirlos en lo que son, miembros de unas violentas pandillas enfrentadas entre sí.


Si bien las representaciones más comunes que se tienen acerca de estas bandas son la de los conflictos violentos y la de una lucha aparentemente irracional, en este documental la violencia brilla por su ausencia. La vida cotidiana de sus miembros, el sentimiento de la pertenencia a un grupo social, los problemas con la justicia o los intentos de reinserción son los que ocupan la mayor parte del metraje.


Pero el problema de este documental quizá se encuentre en el desequilibrio que aun sin ser del todo intencional el autor nos muestra con el paso de los minutos. Lo que comienza siendo una producción dedicada a la suscitación del debate sobre la posible reinserción social de los pandilleros de El Salvador, acaba convirtiéndose en un eje de buenos y malos que puede crear complicidad en el espectador. Los miembros de la Mara 18 muestran sentimientos, unión y espíritu de superación, pero muchos de sus logros se ven mermados cuando de repente la banda enemiga, aquella que permanece escondida y a la que prácticamente no se hace ninguna referencia, acaba con la vida de alguno de los protagonistas. Y es que aunque Poveda no tuviera demasiadas opciones de cara al retrato de otra pandilla que no fuera la M18, su asesinato, posiblemente realizado por miembros de una mara, da mucho que pensar sobre este aspecto del documental.


La repercusión de La Vida Loca no ha estado exenta de opiniones y debates acerca de la reinserción social de estos jóvenes. El asesinato de su autor no solamente ha alimentado aun más este debate sino que ha conseguido que llegue a tener una repercusión global.







E. Pérez Sánchez

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